jueves, abril 12, 2007

Militante en el frente poético

Dejó Chile a los 15 años y la escuela a los 16, para alimentarse exclusivamente con lecturas. Al momento de conceder esta entrevista llevaba más de dos décadas de residencia entre Barcelona, Girona y Blanes. Pisaba los 47 años. Preparaba una novela sobre el Chile del futuro. Temperaba "Los sinsabores del verdadero policía". Y acababa de publicar una antología poética "Los perros románticos", una edición prologada por Pere Gimferrer y editada por Lumen- donde los detectives todavía tenían sitio. ¿Qué decía Roberto Bolaño en Caracas, a un año del Premio Rómulo Gallegos? Léalo con sus propios ojos.

A Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953) le sobran experiencias "extraliterarias", no precisamente para referirse a personajes que le hablan desde el más allá o a historias que lo espantan desde el más acá. Cuando el autor de Los detectives salvajes menciona lo "extraliterario", se refiere al tiempo en que trabajó como pescador ("y no en un barco de orilla, sino en uno de los que llegan mar adentro"), a la época que vivió como vendimiador de uvas o como mayordomo ("eso es lo que tiene mi obra de autobiográfica").
-Yo he hecho de todo. Pónme a prueba...
-¿Fue vendedor?
-Fui vendedor ambulante de bisutería, de estos que van cargando con la mesita portátil, la abren, hacen su paradita, recogen y se van.
-¿Camarero?
-Camarero y basurero.
-¿Recepcionista?
-Recepcionista, lavaplatos y repartidor de propaganda.
-¿Vigilante?
-Vigilante nocturno de un campo, cargador de barcos y vendimiador de manzanas.
-¿Periodista?
-Mucho antes, cuando viví en México durante 10 años. También trabajé en una revista médica haciendo reseñas y en una editorial haciendo prólogos. Recuerdo el prólogo del libro de una escritora española de fines del siglo XIX, que firmaba con un nombre masculino, era un libro que no me gustaba pero del que tuve que decir que era maravilloso. Creo que no vale la pena escribir sin riesgos.
-Sin embargo, vive exclusivamente de la literatura desde 1993...
-Antes lo había hecho, por periodos. La mitad de mis ingresos provenía de la literatura. A partir de 1993 es radical, vivo única y exclusivamente de la literatura.
-¿Dónde quedó la escritura mientras trabajaba como mayordomo o vendimiador de uvas?
-En el tiempo que me quedaba, en ese tiempo escribía.
-¿Y cuándo acabó la odisea laboral?
-El día que puse una tienda, un negocio que me daba bastante dinero. Se llamaba Bisutería Victoria. Puede que dé risa, pero fueron momentos muy duros.

Dadá vive en el espíritu de Moctezuma
Su escritura posee, entre otros dones, el de la continuidad en las ocurrencias y claves sueltas, libro tras libro, incluso en el terreno de la poesía. Así, se encuentran huellas de Los detectives salvajes (Anagrama, 1998), en Amuleto (Anagrama, 1999) y rastros de éstas en Estrella distante (Anagrama, 1996) y Los perros románticos. Poemas 1980-1998 (Lumen, 2000). "El mundo de Llamadas telefónicas (compendio de cuentos) está íntegro en Los detectives salvajes. Nunca proyecto un libro en soledad. Sin embargo, dentro de cierta humildad, soy básicamente poeta. Lo que pasa es que también soy literato y eso me obliga a dominar los tres palos (poesía, cuento y novela), como reza el dicho flamenco".
-¿Qué representó para usted el infrarrealismo?
-Tomando en cuenta que el infrarrealismo ya murió, fue un movimiento poético de dos ramas (Mario Santiago y yo) que se inició en México en el año 1975 y duró hasta 1977. Fue una especie de dadaísmo azteca. Dadá vive en el espíritu de Moctezuma. Eso era el infrarrealismo.
-¿Por qué se extinguió el movimiento?
-Porque no estábamos dispuestos a mantener la cuerda durante más tiempo y porque nos marchamos de México. Yo me fui a España y Mario (Santiago) a Francia. Hubo muchísimos seguidores, aún los hay en México. Pero el infrarrealismo fuimos él y yo.
-Después de un tiempo fuera de su país, justo cuando decide regresar, se produce el golpe de estado en el mes de septiembre del año 73. ¿Conserva algún recuerdo de ese día?
-Ese día yo me levanté, un amigo me habló del golpe, mi madre estaba en México (mas bien toda mi familia) y me presenté de voluntario. Yo imaginé que habría combate, tenía 20 años y las ganas de tener un fusil en las manos. Me presenté a un sitio donde se suponía que se podía organizar una resistencia y resulta que no hubo posibilidad ninguna de lucha. Lo de Chile no fue una guerra civil, fue un golpe de estado con un ejército armado hasta los dientes contra gente que no tenía nada. Yo era un militante de primera línea, que estaba dispuesto a todo, pero nada más, un luchador de 20 años, que no sabía nada. O sí... se enteraba de mucho pero no era dirigente de nada. Y eso fue todo. Fue más una frustración permanente y una sensación de impotencia prolongadísima...
-Una impotencia similar a la que se produjo mundialmente con el fallecimiento del poeta salvadoreño Roque Dalton...
-Yo conocí a los asesinos de Roque Dalton, en El Salvador, cuando aún no habían matado a Roque, claro, y cuando aún no eran asesinos. Los conocí cuando eran sólo unos poetas jóvenes que querían hacer la revolución, al igual que yo. Una de las hipótesis explica que Dalton no quería que la lucha armada empezara, quería retrasar el inicio de la lucha armada. Ellos querían empezar ya. Lo mataron porque eran unos imbéciles, arrogantes, asesinos. Yo tenía 20 años cuando los conocí. Iba camino a Chile, lentamente, por tierra, y estuve varios días en El Salvador.
-¿Dónde están ellos en este momento?
-En el gobierno chileno, pactando con la ultraderecha. Esos jóvenes tan de izquierda, tan puros, tan radicales, ahora se han vuelto posibilistas.
-¿Cómo eran?
-Como tú. Jóvenes llenos de esperanza, pero que luego se convirtieron en asesinos. Jóvenes enérgicos, pero muy, muy feos.

* * *

Los detectives perdidos
Los detectives perdidos, en la ciudad oscura.
Oí sus gemidos.
Oí sus pasos en el Teatro de la Juventud.
Una voz que avanza como una flecha.
Sombra de cafés y parques
Frecuentados en la adolescencia.
Los detectives que observan
Sus manos abiertas,
El destino manchado con la propia sangre.
Y tú no puedes ni siquiera recordar
En dónde estuvo la herida,
Los rostros que una vez amaste,
La mujer que te salvó la vida.

* * *

Rayos X
Si miramos con rayos X la casa del paciente
veremos los fantasmas de los libros en estanterías silenciosas
o apilados en el pasillo o sobre veladores y mesas.
También veremos una libreta con dibujos, líneas y flechas
que divergen y se intersecan: son los viajes en compañía
de la muerte. Pero la muerte, pese al soberbio aide-mémoire,

aún no ha triunfado. Los rayos X nos dicen que el tiempo
se ensancha y adelgaza como la cola de un cometa
en el interior de la casa. La vida aún da los mejores
frutos. Y así como el mar prometió a Jaufré Rudel
la visión del amor, esta casa cercana al mar promete
a su habitante el sueño de la torre destruida y construida.
Si miramos, no obstante, con rayos X el interior del hombre
veremos huesos y sombras: fantasmas de fiestas
y paisajes en movimiento como contemplados desde un
avión
en barrena. Veremos los ojos que él vio, los labios
que sus dedos rozaron, un cuerpo surgido
de un temporal de nieve. Y veremos el cuerpo desnudo,
tal como él lo vio, y los ojos y los labios que rozó,
y sabremos que no hay remedio.

* * *

Los detectives
Soñé con detectives perdidos en la ciudad oscura.
Oí sus gemidos, sus náuseas, la delicadeza
De sus fugas.
Soñé con dos pintores que aún no tenían
40 años cuando Colón
Descubrió América.
(Uno clásico, intemporal, el otro
Moderno siempre,
Como la mierda).
Soñé con una huella luminosa,
La senda de las serpientes
Recorrida una y otra vez
Por detectives
Absolutamente desesperados
Soñé con un caso difícil,
Vi los pasillos llenos de policías,
Vi los cuestionarios que nadie resuelve,
Los archivos ignominiosos,
Y luego vi al detective
Volver al lugar del crimen
Solo y tranquilo
Como en las peores pesadillas,
Lo vi sentarse en el suelo y fumar
En un dormitorio con sangre seca
Mientras las agujas del reloj
Viajaban encogidas por la noche
Interminable.

* * *

Los perros románticos
En aquel tiempo tenía yo veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos,
y aquí me voy a quedar.

NR: los poemas fueron tomados del libro "Los perros románticos. Poemas 1980-1998" (Lumen, 2000).